Considerada como el corazón granítico de la Península, la Sierra de Gredos, en el Sistema Central, pisa cuatro comunidades autónomas: Castilla y león, Castilla La Mancha, Comunidad de Madrid y Extremadura, lo que hizo exclamar a Unamuno que se trataba del “espinazo de España”. Su vasta extensión contrasta con su imparable deserción: el ser humano ofrece su espalda a estas montañas que ya no dan de comer y solo parece interesar a cazadores empeñados en llevarse un Macho Montés. Su única oportunidad para reivindicar su enorme atractivo reside en la regulación coherente y sostenible de un turismo básico que amenaza con su política de tierra quemada. El visitante más instruido, aquél capaz de superar las barbacoas a pie de carretera, no dejará de sorprenderse ante escenarios tan dignos como el del Almanzor, tan puros como sus lagunas de origen glaciar o tan verdes como su vertiente sur.
La Sierra de Gredos es un vergel fuera del tiempo, con sus exclusivas praderas de altura y un territorio subestimado de alta montaña en cuyos márgenes los ganaderos pugnan por no extinguirse. Todo lo auténtico parece por descubrir en éste espacio que escenifica como pocos la ruptura entre civilización y naturaleza.